Generacion perdida españa años 80
La mejor música latina y de fiesta del verano non-stop
Desde la crisis de 2008, el desempleo juvenil en el sur de Europa ha dificultado el retorno a la estabilidad social y económica: en España, a los jóvenes y desempleados se les denomina a veces «generación perdida». Este artículo investiga cómo el rampante desempleo juvenil en España ha oscurecido las expectativas del futuro del país dentro de la Unión Europea (UE), así como ha alterado la visión del pasado. A partir de entrevistas con jóvenes desempleados, el artículo sostiene que la gravedad y la duración de la crisis de 2008 han provocado un revisionismo histórico. Las cohortes de edad suelen organizarse en torno a acontecimientos cruciales y el artículo muestra cómo los jóvenes han cuestionado el éxito de la democratización (años 80) y la integración europea (años 90), provocando una creciente ruptura con la generación de sus padres. Por último, explora el conflicto generacional en España a través de tres experiencias interconectadas de desempleo: el regreso a vivir con los padres, la migración de la ciudad al campo para conseguir un menor coste de vida y la emigración al norte de Europa en busca de empleo.
Sube el volumen: una historia de la música house [documental
«Dicen que somos una generación perdida. Pero más bien somos una generación paralizada», me dice Mario mientras toma una cerveza en una sofocante tarde de lunes en Toledo. Es un español de veinticinco años, y sus perspectivas de futuro ya parecen insalvables. Es licenciado en comunicación visual, pero un trabajo irregular y unos ingresos insignificantes le han obligado a volver a casa de sus padres. Por el momento, se las arregla trabajando como interino en las oficinas de correos regionales, esperando cada día que algún empleado llame para decir que está enfermo.
«Estoy básicamente atado a mi teléfono móvil», empieza a decir. Y por un segundo, mientras las palabras cuelgan en la soleada Plaza Horno de Magdalena, podría estar en Nueva York, Londres o Berlín, lamentando un trabajo de alta intensidad con exigencias permanentes. Pero cuando señala su teléfono, no es una blackberry. «Necesito coger todo lo que pueda», continúa, «y por eso cuando me llaman la mañana de o la noche anterior, voy; donde sea».
La desesperación de Mario es un sentimiento familiar: El paro en España es del 25%, y el desempleo juvenil ronda el doble. De todos los puestos de trabajo perdidos por la prolongada recesión del país, aproximadamente la mitad proceden del sector de la construcción. Castilla-La Mancha, cuya capital es Toledo, se ha visto especialmente afectada. El floreciente sector de la construcción contribuyó a sostener esta región desértica durante los años de bonanza. Los trabajadores del sindicato me cuentan que el principal negocio entonces era la fabricación de puertas. Era un hecho anodino de la vida que ahora cruje con una sombría sugerencia literaria: Antaño un portal hacia otros lugares y perspectivas ascendentes, Castilla-La Mancha es un casco de su antiguo ser.
Killer mike – «reagan» (vídeo musical oficial)
(The New Republic) «Dicen que somos una generación perdida. Pero es más bien una generación paralizada», me dice Mario mientras toma una cerveza en una sofocante tarde de lunes en Toledo. Es un español de veinticinco años, y sus perspectivas de futuro ya parecen insalvables. Es licenciado en comunicación visual, pero un trabajo irregular y unos ingresos insignificantes le han obligado a volver a casa de sus padres. Por el momento, se las arregla trabajando como interino en las oficinas de correos regionales, esperando cada día que algún empleado llame para decir que está enfermo.
«Estoy básicamente atado a mi teléfono móvil», empieza a decir. Y por un segundo, mientras las palabras cuelgan en la soleada Plaza Horno de Magdalena, podría estar en Nueva York, Londres o Berlín, lamentando un trabajo de alta intensidad con exigencias permanentes. Pero cuando señala su teléfono, no es una BlackBerry. «Necesito coger todo lo que pueda», continúa, «y por eso cuando me llaman la mañana de o la noche anterior, voy; donde sea».
La desesperación de Mario es un sentimiento conocido: El desempleo en España es del 25 por ciento, y el paro juvenil ronda el doble. De todos los puestos de trabajo perdidos por la prolongada recesión del país, aproximadamente la mitad proceden del sector de la construcción. Castilla-La Mancha, cuya capital es Toledo, se ha visto especialmente afectada. El floreciente sector de la construcción contribuyó a sostener esta región desértica durante los años de bonanza. Los trabajadores del sindicato me cuentan que el principal negocio entonces era la fabricación de puertas. Era un hecho anodino de la vida que ahora cruje con una sombría sugerencia literaria: Antaño un portal hacia otros lugares y perspectivas ascendentes, Castilla-La Mancha es un casco de su antiguo ser.
Federico garcía lorca | literatura | escaparate
Es el 6 de junio de 1969 y España vive los últimos años de la dictadura franquista. En una clínica de Madrid, una mujer da a luz a una niña que nunca volverá a ver. Poco se sabe de lo que le ocurrió a esa madre, pero casi 50 años después, su hija Inés Madrigal acaba de declarar en un juicio estremecedor.
En el banquillo de los acusados se encuentra el Dr. Eduardo Vela, un ex ginecólogo de 85 años acusado de robar a Inés a su madre biológica. Vela habría regalado el bebé a una pareja, los Madrigal, que no podía tener sus propios hijos. Él niega los cargos.
A pesar de la trama cinematográfica, este no es un caso aislado. Se cree que una red de tráfico de bebés involucró a una amplia red de médicos, enfermeras, monjas y sacerdotes. Aunque no hay una cifra oficial, la asociación SOS Bebés Robados calcula que hasta 300.000 bebés fueron arrebatados a sus padres en España entre 1939 y los años 90.
Las raíces de estos crímenes se remontan a los orígenes del franquismo, cuando los fascistas españoles intentaban demostrar las teorías eugenésicas de la inferioridad mental de los disidentes. Fue una tesis defendida por el psiquiatra militar Antonio Vallejo-Nágera – alias «el Mengele español» – que dirigió el gabinete de investigación psicológica de Franco. Sostenía que las creencias políticas promovidas en las familias de izquierdas podían «intoxicar» a los niños y «dañar la salud mental de las generaciones futuras».