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800 metros de arena, sol, mar y dunas; Cala Conta (también conocida como Platges de Comte) es realmente un trozo de perfección. Mire hacia el horizonte y tendrá una fantástica vista de algunas de las islas más pequeñas de Ibiza. Si mira a tierra, verá tumbonas, chiringuitos y arena dorada. Todo ello rodeado de aguas turquesas, y puede ver por qué Cala Conta es conocida como la mejor playa de la isla.

La playa en sí está dividida en tres partes: un tramo de arena rodeado de dunas, otro respaldado por rocas y una tercera zona tipo cala frecuentada por naturistas. Es una playa para explorar si lo desea y puede pasar el día descubriendo cada parte, así como nadando en las aguas poco profundas, o si es un buen nadador y se siente valiente, ¡diríjase a una de las islas más pequeñas!

Hay restaurantes a lo largo de la playa, donde podrá degustar excelentes platos de marisco local, y si quiere ver cómo se siente un restaurante de playa bohemio, diríjase al Sunset Ashram, con sus vistas panorámicas, su ambiente relajado y sus Dj’s tocando los temas adecuados para acompañar su transición del día a la noche.

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Ubicación: A 15 minutos en coche de San AntonioInstalaciones: Tumbonas, sombrillas, restaurantes, bares, aseos, socorristas, acceso para discapacitadosActividades: PedalosTamaño: 800 metros de largo, 15-30 metros de anchoCómo llegar: Se llega en coche, autobús o ferry en verano. Los transbordadores salen regularmente del puerto de San Antonio y de varios hoteles de la bahía de San Antonio. El autobús se puede coger en la estación de autobuses de San Antonio o en la carretera de la bahía. Ya no es posible aparcar directamente en la playa, el acceso está cerrado con una barrera. Hay un gran espacio designado para aparcar, a la izquierda antes de la barrera. No aparques a lo largo de la carretera aunque muchos otros coches lo hagan – está prohibido, la policía controla y pone multas regularmente.

Para muchos, Cala Conta no necesita presentación. Para aquellos que aún no han experimentado sus orillas de cristal, están ante un regalo muy especial. Cala Conta tiene unas vistas fabulosas de los islotes que salpican la costa de Ibiza, hermosas aguas turquesas y varias zonas diferentes para explorar, lo que la convierte en una de las mejores playas de la isla.

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La arena dorada es perfecta para los más pequeños, con aguas suaves, poco profundas y cristalinas, mientras que otro saliente más rocoso conduce a una cala protegida y privada donde el mar es un poco más profundo, pero increíblemente limpio y claro.

Cala Conta es también uno de los lugares más famosos de Ibiza para la puesta de sol, con unas vistas impresionantes mientras el sol se funde lentamente en el mar. Tanto si elige un asiento en primera fila en uno de los tres restaurantes como si mantiene los pies firmemente plantados en la arena, una cosa es segura: ésta es sin duda la forma perfecta de terminar un día perfecto.

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Situada en la costa oeste, a 15 minutos aprox. de Sant Antoni, Cala Comte (o Cala Conta) ofrece aguas cristalinas, arena dorada, vistas idílicas de los pequeños islotes frente a la playa, y restaurantes y bares súper chill para disfrutar de un día o una noche de puro placer. Si quieres, puedes leer el artículo completo sobre Cala Comte pinchando en el enlace.

Lo que quizás no sepas es que su arena es muy especial y esconde un pequeño secreto. No sólo es la arena más gruesa de la isla, sino una de las más ricas. Formada por cientos de piedras diferentes de todas las formas, texturas y colores, hay unos trocitos planos y redondos con forma de espiral perfecta en un lado, y en el otro, un poco más rugoso, lo que parece una oreja…

Los lugareños las llamaban “piedras de Comte” y las recogían en las playas de Tramontana y Ponent, o en Es Racó d’In Xic, para utilizarlas como “fichas” en sus juegos.  El opérculo, que es el nombre propio, recibió muchos apodos, como “Orejillas de mar”, “Ojo de Shiva” o “Mal de cap” a lo largo de la historia. Con ellos se hacían collares especiales para evitar los dolores de cabeza, porque creían que tenían propiedades curativas. Sin embargo, estos pequeños tesoros ya eran recogidos por los romanos en la antigüedad para crear finas joyas.