Tratado de Versalles
La política financiera alemana durante la Primera Guerra Mundial ha sido descrita como ineficaz y responsable de la hiperinflación de posguerra. Sin embargo, en algunos aspectos tuvo éxito; el público alemán compró ampliamente los préstamos de guerra hasta 1918. Como todos los beligerantes, Alemania recurrió más a la deuda y menos a los impuestos para financiar los gastos. Sin embargo, Alemania tenía mercados monetarios menos desarrollados que la Entente y empleaba instituciones financieras de riesgo. Esto creó el potencial para la inflación, que se hizo realidad después de 1918 como resultado de las altas reparaciones y las políticas de los líderes de Weimar. El mayor legado de las finanzas de guerra alemanas fue acelerar la transición de una moneda de oro a una moneda fiduciaria.
Los contemporáneos y los académicos han tendido a juzgar negativamente las políticas financieras alemanas en tiempos de guerra. Muchos comentaristas antes de 1914 creían que las finanzas públicas alemanas estaban demasiado descentralizadas y desorganizadas para financiar un conflicto largo. Desde entonces, muchos historiadores han argumentado que la considerable inflación y la escasez de bienes durante la guerra, junto con la hiperinflación de 1923, fueron el resultado de la ineficacia de las políticas financieras de guerra del Reichsbank y del Tesoro[1]. Sin embargo, los estudios recientes que examinan las finanzas de guerra desde una perspectiva comparativa presentan la movilización alemana bajo una luz más favorable, ilustrando cómo las políticas alemanas fueron más eficaces que las de los imperios de los Habsburgo, Rusia y Otomano, y comparables en muchos aspectos a las de Gran Bretaña y Francia[2].
Las reparaciones de la 1ª Guerra Mundial se pagan
En 2020, el Banco Mundial (BM) y el FMI cumplen 76 años. Estas dos instituciones financieras internacionales (IFI), fundadas en 1944, están dominadas por Estados Unidos y algunas grandes potencias aliadas que trabajan para generalizar políticas contrarias a los intereses de las poblaciones del mundo.
El BM y el FMI han concedido sistemáticamente préstamos a los Estados como medio de influir en sus políticas. El endeudamiento externo ha sido y sigue siendo utilizado como instrumento de subordinación de los prestatarios. Desde su creación, el FMI y el BM han violado los pactos internacionales en materia de derechos humanos y no tienen reparos en apoyar a las dictaduras.
Se necesita urgentemente una nueva forma de descolonización para salir del atolladero en el que las IFI y sus principales accionistas han atrapado al mundo en general. Hay que crear nuevas instituciones internacionales. Esta nueva serie de artículos de Éric Toussaint recorre la evolución del Banco Mundial y del FMI desde su fundación en 1944. Los artículos están extraídos del libro El Banco Mundial: un golpe de estado sin fin. The hidden agenda of the Washington Consensus, Mumbai: Vikas Adhyayan Kendra, 2007, o The World Bank : A critical Primer Pluto, 2007.
La primera guerra mundial en Alemania
Además, entre 1973 y 1981, durante las dos crisis del petróleo de 1973-74 y 1979-80 en particular, numerosas crisis de los precios del petróleo y de los alimentos hicieron que las tasas de inflación se dispararan. Como consecuencia de las crecientes expectativas de inflación y de las demandas sindicales de elevados aumentos salariales, las distintas crisis provocaron una inflación persistente. Además, los gobiernos de los países industrializados perseguían entonces ambiciosos objetivos de empleo. Por ello, la política monetaria de los años 70 siguió siendo expansiva, sobre todo en Estados Unidos.
La crisis actual, sin embargo, plantea a los políticos y a los bancos centrales retos extraordinarios, lo que supone un riesgo importante para los bancos centrales. Dado el alto nivel de credibilidad del que gozan y su éxito hasta la fecha, la gente tiene grandes expectativas sobre su capacidad para hacer frente a la crisis. Sin embargo, las principales causas de la crisis -la baja competitividad, los elevados déficits presupuestarios, los altos niveles de deuda nacional y la debilidad de los sistemas financieros de algunos Estados miembros- no pueden superarse mediante la política monetaria. Para combatir estos factores son necesarias amplias reformas estructurales, que sólo pueden ser introducidas por los gobiernos y los parlamentos.
¿Cuándo pagó Alemania la deuda de la Segunda Guerra Mundial?
Entre los que cancelaron la deuda se encontraban Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, además de Grecia, España y Pakistán, países que hoy son grandes deudores. El acuerdo también incluía a particulares y empresas. En los años siguientes a 1953, otros países se adhirieron a la cancelación de la deuda alemana, como Egipto, Argentina, el Congo Belga (hoy República Democrática del Congo), Camboya, Camerún, Nueva Guinea y la Federación de Rodesia y Nyasalandia (hoy Malawi, Zambia y Zimbabue). (1)
La deuda alemana procede de dos períodos: antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Aproximadamente la mitad procedía de préstamos que Alemania había contraído en los años veinte y principios de los treinta, antes de que los nazis llegaran al poder, y que se utilizaron para hacer frente a los pagos ordenados por el Tratado de Versalles en 1919. La otra mitad de la deuda procedía de la reconstrucción tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
En 1952, la deuda externa de Alemania representaba alrededor del 25% de la renta nacional. Esta cifra es relativamente baja en comparación con los países deudores actuales: Las deudas de España, Grecia, Irlanda y Portugal con los prestamistas extranjeros superan el 80% del PIB. Pero Alemania Occidental tuvo que emprender una enorme reconstrucción tras la guerra, y las divisas con las que pagar las deudas contraídas con el extranjero eran escasas. La delegación alemana en la conferencia argumentó de forma convincente que los pagos de su deuda aumentarían considerablemente en un futuro próximo, y que esto dificultaría la reconstrucción. Tras la condonación de la deuda, Alemania Occidental experimentó un «milagro económico» con una reconstrucción a gran escala y altas tasas de crecimiento de los ingresos y las exportaciones. Esta estabilidad contribuyó a la paz y la prosperidad en Europa occidental.